viernes, 29 de junio de 2018

Vivir sin Dios

Todo apunta a que el sentimiento común entre muchos hombres es éste. Vivir sin Dios, vivir tan sólo para sentir. Vivir sin Dios es una propuesta interesante que nace de la mentira en la que Dios prohíbe toda forma de libertad; estamos sometidos a ciertas normas que impiden al hombre ser feliz sin más, amar a quien quiera y sin límites ni respetos, lograr sueños sin importar nada ni nadie. No interesa el otro, sólo importo yo, ese es el mensaje; por eso, la propuesta es interesante y apetitosa. Vivir sin Dios.

Vivir sin Dios, porque no sabemos quién es Dios.

Vivir sin Dios, porque no sabemos quién es Dios. Vivir sin Dios es crear otros dioses a medida, que respondan cuando se quiere o que callen cuando se quiere también. Vivir sin Dios es buscar una felicidad efímera, fatua y sin sentido con el sólo fin de sentir un instante eso que el hombre necesita, eso que no encuentra y trata de buscar toda su existencia. Y ese hombre no necesita mirar el mañana, no necesita trascender, sólo vivir el hoy sin intensidad, sin pasión. Vivir por vivir, sentir para sentir, gritar para saber que vive porque no hay nada que llene su corazón, no hay nada que mueva esa fuerza que hay en él. Vivir sin Dios es tan sólo vegetar.





Y son muchos (o algunos) los que hoy viven sin Dios, y día a día son más (o pocos) los que escuchan ese mensaje. Destruyen cruces porque es la manera de decirle al mundo que viven sin Dios. Destruyen y queman iglesias, tallas y pinturas. Destruyen todo arte sagrado que habla de Dios y su amor, o hablan del hombre que ama al otro. Buscan por la noche como cobardes el sacrilegio, robando o profanando el Tabernáculo, la Eucaristía. Destruyen vidas porque ahora la muerte es el mensaje más actual, correcto, “más humano”… aborto, eutanasia, porque son “más humanos”. Violencia, maltrato, insulto y humillación, es mostrar al otro que se vive sin Dios a través de la violencia física o verbal. Peor aún, vivir sin Dios para no mostrar la desesperación del alma y porque el suicidio es el medio más rápido para escapar de eso que logró el hombre por vivir sin Dios, antes de mirar a ese verdadero Dios de quien escapó, antes de sentir su gratuito amor.

Ese hombre que decidió vivir sin Dios vive el desenfreno, el sectarismo; vive sin Dios, no importa nada tan sólo lo que quiere o desea y el cómo lo puede alcanzar. No le importa nadie, el pobre, el rico, hombre o mujer, niño o anciano, no importa nadie porque así no ve al verdadero Dios en cada uno de ellos, no ve el amor que le ofrece el Dios verdadero en esos a quien ya odia porque simplemente vive sin Dios.

Vivir sin Dios es una invitación y muchos (o pocos) la aceptan. Es “políticamente correcto”, te hace parte del mundo actual porque algunos te halagan; viven con sus ideas de libertad y nada de responsabilidad. Vivir para sentir, ese nuevo imperio de los sentidos que nace de la simple genitalidad más no de la total sexualidad que el Dios verdadero sella en nuestra humanidad. Hoy ese dios es el sexo sin tapujos, desenfrenado y procaz. Entre más se viva así más libre será, más sentirá y proclamará a todos que es libertad y felicidad lo que vive. Todo lo perverso se une desde ahí. Pedofilia, fornicación, impureza, orgías, y todo desenfreno que mueve a muchos (o pocos) porque necesitan sólo sentir, sentir que están vivos a pesar que cada encuentro aberrante y nada natural, poco a poco lo aleja de toda sana sexualidad y lo lleva a morir en vida, en espíritu, en verdad.






Muestra la intolerancia, violencia, odio a todo lo que significa Dios: vida, santidad, alegría, verdad


Vivir sin Dios es la respuesta de muchos (o algunos) en un mundo donde la falsa felicidad es el camino la mentira existencial y la muerte. Muertos en espíritu porque hace que esos quienes decidieron vivir a la sombra de la muerte vivan sin sentido, sin amor - ese amor a uno mismo y el amor al otro que es el amor a Dios también. Es la respuesta al mal que busca destruir todo. Vivir sin Dios es actual, es pasar del vivir muertos en espíritu a la muerte física, carnal, al no existir ya. Todo lleva a la muerte el vivir sin Dios, todo lleva a no ser feliz, a no haber nunca sentido el amor de Dios a través del otro o el simple sentirse amado porque el Dios verdadero ama gratuitamente.

Y si el hombre decidió vivir sin Dios es porque escogió entre dos caminos; uno, estrecho que nos lleva al amor, a la felicidad y la vida eterna; por el contrario, el otro, ancho con muchos en el camino que llaman a subir en la barca de la ilusión y la falsa felicidad y el no amor, el no bien, el sólo sentir, gozar, placer sin más… donde todo al final llevará al silencio, a la no presencia de Dios, a la muerte. Este fue el camino elegido por muchos (o pocos).

Mientras más crea el hombre que Dios pone límites a la felicidad más buscará vivir lejos de Él. Los mensajeros son muchos y sus mensajes coloridos por lo falso de su idea. Y si aún nos propone esa libertad sabiendo que el hombre puede decirle NO, Dios verdadero esperará paciente a su lado mostrando el camino a la felicidad. Así no escuche, así no siga las señales de la vida en Él, Dios esperará y perdonará que es la mayor expresión del Amor. Todo se basa en el amor, nuestra libertad como seres creados por Dios se basa en el amor, la caridad. La fe y la esperanza vendrán después de haber sentido el amor infinito de Dios. El amor verdadero no tiene límites.

Dios mismo nos propone la libertad para vivir de acuerdo a su mensaje: amar y dejarse amar, amarlo y sentir su amor, amar al otro y hacer que ese otro sienta también el amor de Dios. Porque vivir en Dios y para Dios es vivir en el camino de la alegría y la felicidad, de la acción y la obra; de saber que en las pequeñas cosas se logra la trascendencia, de dejar huella en todos los que se cruzan en la vida de quien se siente amado por Dios, se siente feliz, santo. De aquel que logra la santidad en la alegría de servir al otro, de saber que cada acción en el otro da más vida, más alegría, más sentido a la existencia. Dios nos invita a ser el reflejo de su amor en un mundo cada vez más alejado de Él, entre aquellos que dicen vivir sin Dios, entre aquellos que no son felices porque no encuentran el amor de Dios en el otro que se cruza por su vida, porque no encuentran el amor de Dios en nosotros.

Dios no pone límites, propone la pauta para ser feliz, santo; no sólo devolviendo el amor al Amor, sino siendo signo de amor entre los otros, especialmente aquellos que necesitan más sentir el amor de Dios. Porque si Dios es amor, todo gira en Él y para Él, todo gira en el amor hacia el otro, para el otro y para uno mismo al sentirse útil sabiéndose siervo inútil, dando amor.

Entonces toca al hombre tocado en su corazón por el amor de Dios buscar a quienes han decidido vivir sin Dios. Si, Dios nos pide buscar a quien decidió vivir en el egoísmo, la mentira, la muerte y el desenfreno. No más juzgar, sino amar más, perdonar más, entender y aceptar.


Dios no busca en nosotros un simple “si puedo”, por el contrario, busca una acción contundente y concreta, un “sí quiero” de apertura a quien en algún momento de su existencia vivió lejos de Él.

Dios no busca en nosotros un simple “si puedo”, por el contrario, busca una acción contundente y concreta, un “sí quiero” de apertura a quien en algún momento de su existencia vivió lejos de Él. Nos toca hoy volver la mirada al amor de Dios buscando a quien vive sin Dios. Empezar a ser ejemplo de amor y libertad. No toca juzgar, no toca señalar ni humillar porque uno se sienta amado y decidió por el camino difícil; eso hace del hombre hipócrita, un sepulcro blanqueado. Dios no llama por eso, nos llama porque sabe que en esa decisión el amor fue la fuerza que hizo elegir nuestro verdadero camino.

Dios nos llama a buscar a los enfermos de amor, los que necesitan más de su amor. Empieza así el camino de mostrar a quien decidió vivir sin Dios quién es el Dios verdadero, el Dios del amor, el Dios de la Vida - Padre, Hijo y Espíritu Santo -, que nos ama y por eso decimos a todos que somos felices y amados.

Hoy nos toca ser presencia de Dios entre los que decidieron vivir sin Dios. Hoy nos toca ser otra vez apóstoles del amor, compartiendo el pan y la palabra, cuidando a los que necesitan sentirse más amados porque sus heridas son profundas, porque su corazón sufre por ellas y porque ellos no han empezado ese proceso de perdón personal con Dios para luego lograr el perdón de aquellos quienes hicieron sufrir con su decisión. Es el momento de hacer vida ese vivir en Dios que nos hace sentirnos amados, hijos de un Dios misericordioso, que no limita la vida ni la libertad, sino que nos da la libertad en el amor de amar y perdonar, entender y aceptar. ¿Quiénes somos para juzgar?. Ellos no necesitan ser juzgados, necesitan ser amados.

Creemos en Ti Señor… creemos en tu Palabra que repite en todo momento “ama”, por consiguiente “perdona”… somos tus discípulos amados que empezamos a acoger a todos por amor, especialmente, a quienes decidieron vivir sin Dios. Danos la fortaleza para mostrarles qué es el amor que eres Tú mismo Señor… ayúdanos Señor…
Porque nadie debe vivir sin Dios por culpa de nosotros…
Luis Antonio Suclla Lazo. 

1 comentario:

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