miércoles, 2 de abril de 2014

Globalización de la Indiferencia, ¿por qué?

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, suscrita el 24 de noviembre del 2013, con motivo de la clausura del Año de la Fe, el papa Francisco, entre otros temas muy importantes, se ha referido con preocupación y tono de censura a la ‘Globalización de la indiferencia’.



En el capítulo segundo, dedicado a la crisis del compromiso comunitario, en el acápite I, titulado Algunos desafíos del mundo actual, plantea un no rotundo a la economía de exclusión y a la inequidad que percibe.


¿Por qué? Porque esa economía mata, afirma. Francisco continúa con una impactante frase que ya dio la vuelta al mundo, en varios medios de comunicación: No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión.


Añade: No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre.

Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Los excluidos no son «explotados», sino desechos «sobrantes».

Y sigue: Algunos todavía defienden las teorías del «derrame» o «chorreo», que supone que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido comprobada en los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante.

Luego continúa y sentencia la tesis que he destacado en el título: Se ha desarrollado una globalización de la indiferencia.

Más adelante expresa algo que me cuestiona y no sé si a usted también: Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe.

¿Por qué será? Él nos explica: La cultura del bienestar nos anestesia y perdura la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parece un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.

Así concluye esa parte de su Exhortación.

A mí me parece que tiene razón y por eso he transcrito esos párrafos, para su conocimiento y reflexión, porque como a mí me interpela quisiera que a usted también.

¿Es pertinente cuestionarnos y cuestionar la evidente situación denunciada y, en consecuencia, buscar nosotros la forma de impedirla o, al menos, manifestar constructivamente nuestro rechazo a esa manera negligente de vivir que puede terminar siendo de marginación y exclusión efectiva para los desposeídos de alimento, salud, educación, ropa o vivienda en nuestro entorno? ¿Sería tan amable en darme su opinión?.

Publicado en El Universo, Ecuador. Autor: Nicolas Parducci.

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Que el Señor los bendiga y los guarde.


Luis Antonio Suclla Lazo
Catequista

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